lunes, 20 de abril de 2009

Primeros daños colaterales del trimestre

En una universidad hay muchos aspectos organizativos que se deben tener en cuenta: horarios de los alumnos; coordinación de los espacios lectivos para que no se solapen los unos con los otros; correlación entre profesores y asignaturas, entre otras obtusas pero imprescindibles tareas.

Pues bien, como en todo lo que implica a la gestión de grupos de personas, este proceso acarrea unos daños colaterales evidentes. En el proceso de configuración de los horarios, un grupo ha salido seriamente perjudicado. Todas las tardes -exceptuando la del martes- va a disfrutar de alguna maravillosa clase en la universidad. Pero no solo eso. Los lunes y los miércoles tienen tres horas “muertas”, mientas que los jueves, la friolera de cinco, desde las 11 hasta las 4 de la tarde.

Pero los alumnos no desesperan y ya han tomado cartas en el asunto. No pocas voces se han alzado para anunciar, ahora que llega el buen tiempo, intrépidas escapadas a la maravillosa playa de Barcelona. Otros, menos ruidosos pero igualmente determinados, se dedicarán a estudiar.Dichos daños colaterales, pues, pueden desembocar en dos cauces diferentes; el de los cuerpos bronceados o el de las mentes cultas.

Paralelamente, y por si fuera poco la realidad con la que tiene que lidiar este desgraciado grupo de alumnos, desde la dirección de los estudios no se facilita la conciliación entre el mundo laboral y el académico, pese a que, quien más y quien menos, ya va siendo mayorcito.

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