miércoles, 29 de abril de 2009

Al son de Buda

Recientemente ha aparecido una curiosa noticia en lainformacion.com. Se trata de unos monjes budistas que, al ver como descendía el número de fieles que se refugiaban en los monasterios para encontrar los caminos de Buda, han decidido difundir su mensaje a través del hip-hop.

Han bajado de los montes, aparcando momentáneamente sus vidas de ermitaños religiosos, para predicar su mensaje en los bares de Tokio. Probablemente sus letras plantearán koanes -preguntas abstractas a través de las que se accede al conocimiento sublime. Si tienen suerte, los jóvenes con pantalones caídos que enseñan sus calzoncillos por un reclamo de la moda, canturrearán los tonos budistas y se iluminará en su interior una luz; la llamada de Buda.

El materialismo moderno deja en segundo plano las cuestiones de trascendencia mística, las grandes preguntas. El hecho de que los perseverantes monjes bajen a la ciudad dice mucho a su favor. Acuden a un terreno material -cuando ellos se mueven entre la abstracción- para conseguir que sus ideas y sus valores pervivan. Paralelamente, modernizan el canal de difusión de su mensaje, independientemente de que pueda parecer gracioso, ridículo o cualquier posible juicio de valor que pueda desprenderse de su heroica iniciativa.

Se adaptan a los nuevos tiempos y a sus nuevos problemas actuando y no dejando que el contexto termine con sus creencias. Esta es su forma de no conformarse con lo que nuestro tiempo les da. Esta es su forma de cambiar el destino.

lunes, 20 de abril de 2009

Primeros daños colaterales del trimestre

En una universidad hay muchos aspectos organizativos que se deben tener en cuenta: horarios de los alumnos; coordinación de los espacios lectivos para que no se solapen los unos con los otros; correlación entre profesores y asignaturas, entre otras obtusas pero imprescindibles tareas.

Pues bien, como en todo lo que implica a la gestión de grupos de personas, este proceso acarrea unos daños colaterales evidentes. En el proceso de configuración de los horarios, un grupo ha salido seriamente perjudicado. Todas las tardes -exceptuando la del martes- va a disfrutar de alguna maravillosa clase en la universidad. Pero no solo eso. Los lunes y los miércoles tienen tres horas “muertas”, mientas que los jueves, la friolera de cinco, desde las 11 hasta las 4 de la tarde.

Pero los alumnos no desesperan y ya han tomado cartas en el asunto. No pocas voces se han alzado para anunciar, ahora que llega el buen tiempo, intrépidas escapadas a la maravillosa playa de Barcelona. Otros, menos ruidosos pero igualmente determinados, se dedicarán a estudiar.Dichos daños colaterales, pues, pueden desembocar en dos cauces diferentes; el de los cuerpos bronceados o el de las mentes cultas.

Paralelamente, y por si fuera poco la realidad con la que tiene que lidiar este desgraciado grupo de alumnos, desde la dirección de los estudios no se facilita la conciliación entre el mundo laboral y el académico, pese a que, quien más y quien menos, ya va siendo mayorcito.